“GANADORA DEL 1º CONCURSO LITERARIO BUBOK Y LA FACTORÍA DE IDEAS”

Este no es el relato de un romance. Es un viaje, una aventura de treinta y tres años, seducidos por la vida de dos personas cuyos caminos parecen estar trazados para cruzarse en diferentes momentos. Es una novela de amores y desencantos, de reencuentros y recuerdos, de proyectos e ilusiones, de aciertos y fracasos, de destinos. Un trazado de largo recorrido que conforma un universo tan insólito como la propia realidad.

Mi infierno eres tú

“Tal vez todos estemos condenados a arder en un infierno…

—La miré fijamente antes de marcharme—

… y yo sea el tuyo.”

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Páginas: 572 - ISBN papel: 978-84-9018-752-4 - ISBN digital: 978-84-9018-753-1 - Depósito Legal: M-8166-2015

1995 TOLEDO… Y UNA PROMESA (Fragmento de la novela)

—¿Sigues pintando? —me pregunta mientras paseamos abrazados entre los arcos apuntados del claustro bajo de San Juan de los Reyes.
—No, ya te lo dije. —La miro—. Perdí a mi musa, tal vez ahora…
—¿Te acuerdas de aquella tarde en el Pont Saint-Michel?
Los recuerdos que están grabados en el corazón sólo sangran nostalgia en las noches de soledad.
—El cuadro está en mi casa y la tarde nunca se borrará de mi memoria. ¿Y el dibujo? ¿Lo conservas?
Algunos objetos se convierten en talismanes por ser capaces de transportarnos a ese momento en el que sólo importaba eso, el momento. No había después, no hacía falta.
—Nunca me desharía de él, Tony. —Se detiene para mirarme fijamente—. ¿Por qué fuimos tan estúpidos?
Durante unos instantes nos quedamos en silencio, contemplando los jardines del patio frente a la puerta de la Verónica. Estamos solos, los únicos que en ese momento visitan el claustro. La miro sin conseguir responder a la pregunta que lleva quince años atormentándome. Hay lugares donde el tiempo parece haberse detenido, pero no conozco ninguno donde se pueda dar marcha atrás, recuperar los errores en el mismo instante en que van a producirse. Beso su frente intentando, en silencio, conseguir que me perdone por haberle negado la felicidad, por haberla empujado con mi necedad, a una vida que ella no buscaba. No se puede romper el vuelo de un ángel, ella me devuelve el beso intentando apagar la lágrima de culpabilidad que se desliza por mi cara. 
—¿Dónde lo tienes?
—¿El qué? —me pregunta.
—El dibujo.

—Está en casa de mis padres, en la que todavía sigue siendo mi habitación. ¿No pensarás que me lo iba a llevar…
—¿Qué sabe de mí?
—Nada. Esa fue una historia de mi juventud que se quedó en París. Ni se imagina que seas el mismo.
—No pienso volver a ser tan estúpido, esta vez no. —La cojo por los hombros y la miro fijamente—. No me importa nada, ni tu matrimonio, ni tus compromisos…
—Tony…
—Esta vez no, Marina, no te voy a llorar otros quince años. ¿Ves este templo? Se  construyó gracias a la determinación de alguien que no dudó. Yo estoy decidido a construir nuestro futuro juntos, nada me lo va impedir.
Me mira con los ojos empañados.
—Joder, Tony…
—¡Aquí no se dicen tacos, collons!
Le robo la sonrisa que buscaba. Salimos del monasterio, atravesamos la plaza y, abrazados, enfilamos por la calle de los Reyes Católicos. Suenan dos campanadas. De pronto se detiene, me mira y me acaricia la cara diciéndome:
—Ayer sonaban las campanas. Anoche, en el balcón.
Sus ojos brillan pero yo detengo la mirada en sus labios.
»Sí, Tony, sí.

               



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