“GANADORA DEL 1º CONCURSO LITERARIO BUBOK Y LA FACTORÍA DE IDEAS”
Este no es el relato de un romance. Es un viaje, una aventura de treinta y tres años, seducidos por la vida de dos personas cuyos caminos parecen estar trazados para cruzarse en diferentes momentos. Es una novela de amores y desencantos, de reencuentros y recuerdos, de proyectos e ilusiones, de aciertos y fracasos, de destinos. Un trazado de largo recorrido que conforma un universo tan insólito como la propia realidad.
UN MOMENTO DE BOHEMIA (fragmento)
Sería más sensato echarle la culpa a la
botella de Kourtaki que habíamos vaciado durante la comida, más las copas de
Ouzo con las que el propietario de Orestias nos hizo bailar el sirtaki, pero en
nuestro sueño no tenía cabida la cordura. Aquel festivo lunes de Pascua, París
desbordaba visitantes y nosotros, decididos a convertirnos en un souvenir más
de la ciudad, jugando a ser parisinos, llamando la atención de los transeúntes,
con mi caballete, un lienzo y mis óleos, nos instalamos en la esquina del Pont
Saint-Michel.
Marina
apoyando su espalda contra el murete de piedra, bajo el que transcurrían
obedientemente las aguas del Sena, con la solemne fachada occidental de la
catedral de Nôtre-Dame de fondo. Colocamos un destartalado sombrero de paja que
acabábamos de encontrar en una papelera, entre mi modelo y yo, y depositamos
calderilla de francos y céntimos para otorgarle mayor realismo a la escena que
estábamos creando. Sería el alcohol ingerido, la permanente sonrisa de Marina o
la colaboración espontánea que ese rincón de la ciudad nos regalaba, pero mis
pinceladas sobre el lienzo empezaron a cobrar una destreza que nunca supuse
capaz de salir de mis manos.
La gente pronto empezó a pararse en
torno a nosotros, depositando monedas en el robado sombrero, mientras Marina y
yo no dejábamos de intercambiar culpables sonrisas. Comentarios, aprobaciones e
incluso algún debate entre los paseantes nos envolvieron en un aura de
irrealidad, el maestro y la modelo, los amantes y el arte, el público y las
monedas; en definitiva, París y su bohemia. Si alguna vez habéis compartido un
momento semejante con la persona amada, si alguna vez os han admirado por
intercambiar vuestro espíritu, por convertir el sentimiento en arte y el arte en
juego de complicidades culpables, pero no lo habéis hecho en París…, viajad,
acercaos, no existe droga más poderosa, no se ha inventado elixir capaz de
unir, de prender una llama que arda con la fuerza suficiente como para
convertir en eterno el recuerdo, para grabar en vuestra piel, de forma
irreversible, el momento con el que seguiréis soñando toda la vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario