“GANADORA DEL 1º CONCURSO LITERARIO BUBOK Y LA FACTORÍA DE IDEAS”
Este no es el relato de un romance. Es un viaje, una aventura de treinta y tres años, seducidos por la vida de dos personas cuyos caminos parecen estar trazados para cruzarse en diferentes momentos. Es una novela de amores y desencantos, de reencuentros y recuerdos, de proyectos e ilusiones, de aciertos y fracasos, de destinos. Un trazado de largo recorrido que conforma un universo tan insólito como la propia realidad.
INTRODUCCIÓN (Fragmentos)
MARINA REGRESA A MADRID DESPUÉS DE DIEZ AÑOS
Hace un
rato que el vuelo de Emirates Airlines despegó puntualmente de Dubai a las ocho
cuarenta y una horas con destino a Madrid. Aunque un avión nunca será el lugar
ideal para celebrar un cumpleaños. Nunca
he ocultado mi edad, pero esta vez me he guardado muy bien de evocar la fecha
de mi cumpleaños.
En
los Emiratos, una mujer de más de cincuenta años es considerada una anciana y
eso yo no estoy dispuesta a aceptarlo. La vuelta a España, esta vez
definitivamente, me permitirá rejuvenecer…
Ya llevo viviendo en Abu-Dhabi desde
dos mil dos y en diez años uno acaba por acostumbrarse a no probar el alcohol,
a excepción de alguna fiesta privada en la embajada de España.
El ambiente animado y la espectacular vitalidad
de Dubai no tiene nada que ver con la aburrida calma de Abu-Dhabi. La
capitalidad es la única razón que hallo para explicarme por qué España tuvo que
instalar allí su Oficina de Turismo, próxima a la embajada. No tardarán en
trasladarla a Dubai donde ya están nuestras Oficinas Comerciales, de eso estoy
segura…
Así y todo, guardaré siempre un grato
recuerdo de este país, me ha tratado bien, casi debería decir que me ha mimado.
Pero si tuviera que elegir un momento, solo un
momento que recordar, lo situaría en el desierto que rodea la que ha sido mi ciudad
durante diez años. Esos atardeceres en que el sol se pone majestuosamente en
medio del silencio incomparable de las dunas, mientras la temperatura pasa, en
pocos minutos, del tórrido calor del día al frío intenso de la noche…
TONY, UN FUNERAL Y LA SOLEDAD
Una batalla de dos años contra la muerte, una
guerra perdida por adelantado con la agonía como única compañera, y ahora la
soledad. Ese desierto que queda tras la lucha, el espejismo de toda una vida
llena de recuerdos y un cuerpo marchito, enjuto, aturdido mientras baja las
escaleras de la iglesia de Sant Vicenç de Sarriá. Poco más que un armazón con
piel bajo el traje negro, mucho menos que una mirada disipada bajo las gafas de
sol; la toalla de su voluntad por seguir viviendo tirada en el último peldaño y
yo, comprendiendo que, después de cincuenta y ocho años de matrimonio, mi madre
no sólo se ha despedido del que fue su gran amor…
—Ahora te tengo a ti, pasearemos
juntos…
—¡No digas bobadas! Mañana habrás
vuelto a tu vida, me felicitarás el día de la madre, para mi cumpleaños y, si
no se te olvida, vendrás a comer el día de Nadal. Y tampoco quiero que sea de
otra manera…
—Mare… ¿Mereció la pena?
Se
detiene para mirarme a los ojos, se quita las gafas de sol y, a pesar de los
destrozos que los dos últimos años de lucha contra el enemigo escondido en el
cuerpo de mi padre han infligido en su rostro, su mirada brilla con intensidad.
—Cada día, hijo, cada minuto
compartido, cada sonrisa, cada lágrima…
—¿Nunca has sentido ese vértigo, Tony, esa
sensación que supera la razón, que anula la voluntad…
—Hubo una vez, mare, con una
mujer acaricié el cielo, una sola vez estuve a punto de perder la razón.
—¿Y qué pasó?
—Me asusté, me di cuenta de que por ella sería
capaz de dejarlo todo y me faltó valor.
—¿Te quería?
—Ella sí fue capaz, ella sí dejó toda su vida
por mí. Pero tu hijo es un cobarde, mare; la libertad, los negocios,
hasta las mujeres…, todo son coartadas. Mi problema ha sido el miedo a las
alturas, a ese vértigo del que hablas.
Se detiene de nuevo, me agarra con fuerza, con
una fuerza imposible para sus agotados brazos.
—¡Búscala, Tony! Búscala y dile que la sigues
queriendo. Hace muchos años que te veo caminar errante, sin luz, sin horizonte.
Búscala y entrégate, aunque te rechace, habrá merecido la pena; el amor es la
única batalla justificada en esta vida, aunque la perdamos…)
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Celebro leer otra vez a un viejo amigo de Falsaria y conocer a una celebridad de las Letras como la Señora Milagros del Corral.
ResponderEliminarMuchas gracias por la oportunidad Vero.
Abrazos a todos.
Richard